



La salud de la mandíbula no suele ser el centro de atención hasta que aparecen los primeros síntomas. Muchas personas viven durante años con dolores de cabeza, molestias al masticar, ruidos articulares o rigidez en el cuello, sin saber que el origen de estos problemas puede estar en la articulación temporomandibular, más conocida como ATM. Cuando esta articulación deja de funcionar correctamente, hablamos de una patología ATM, un trastorno que afecta a un número creciente de personas en todo el mundo.
Aunque no siempre se diagnostica a tiempo, tratar una patología ATM de manera adecuada puede evitar complicaciones a largo plazo y mejorar significativamente la calidad de vida del paciente. En este artículo te explicamos qué es, cómo reconocerla, qué la causa y qué tratamientos están disponibles en la actualidad.
La articulación temporomandibular conecta la mandíbula con el cráneo, justo frente a cada oído. Es una de las articulaciones más complejas del cuerpo humano, ya que permite movimientos hacia adelante, atrás, hacia los lados y de apertura y cierre. Gracias a ella podemos hablar, masticar, bostezar e incluso expresar emociones faciales.
Una patología ATM se produce cuando hay una alteración funcional o estructural en esta articulación, en sus ligamentos o en los músculos que la rodean. Puede ser temporal o crónica, leve o incapacitante, y en muchos casos afecta también la postura, la mordida y hasta el equilibrio.
Los síntomas de la patología ATM pueden variar ampliamente de una persona a otra, lo que a veces complica el diagnóstico. Sin embargo, los signos más comunes incluyen:
Dolor o sensibilidad en la mandíbula.
Dificultad para abrir o cerrar completamente la boca.
Ruidos articulares (chasquidos, clics o crujidos).
Dolor de cabeza, especialmente en la zona de las sienes.
Dolor en cuello, hombros o espalda alta.
Zumbidos o sensación de oído tapado.
Mareos o vértigo.
Sensación de mandíbula desencajada o desplazada.
Es importante destacar que estos síntomas no siempre aparecen juntos. A veces, un simple dolor de oído crónico o el hábito de rechinar los dientes (bruxismo) puede estar relacionado con una disfunción de la ATM.
Las causas de este trastorno pueden ser múltiples y, en muchos casos, interrelacionadas. Las más frecuentes son:
Bruxismo: apretar o rechinar los dientes, especialmente de noche, genera tensión constante en la articulación.
Estrés y ansiedad: pueden producir contracción muscular involuntaria y llevar a malos hábitos posturales.
Mala mordida (maloclusión): una alineación incorrecta de los dientes altera el funcionamiento natural de la mandíbula.
Lesiones o traumatismos: golpes directos en la mandíbula, cuello o cara pueden afectar la ATM.
Enfermedades articulares: como la artritis o artrosis, que deterioran el cartílago articular.
Hábitos orales nocivos: como morderse las uñas, mascar chicle constantemente o apoyar la mandíbula sobre una mano.
El diagnóstico de una patología ATM debe ser realizado por un profesional capacitado, que puede ser un odontólogo, un fisioterapeuta especializado o un médico maxilofacial. Para confirmar el diagnóstico se utilizan:
Examen clínico y palpación muscular.
Evaluación de la apertura bucal y los movimientos mandibulares.
Radiografías panorámicas.
Resonancia magnética (para observar los tejidos blandos y el disco articular).
Tomografía computada en casos estructurales.
Cuanto antes se detecte la alteración, mejores serán los resultados del tratamiento.
El enfoque actual para tratar la patología ATM es integral y personalizado. Algunos de los tratamientos más efectivos son:
Dispositivos intraorales que ayudan a relajar la musculatura, proteger los dientes del bruxismo y mejorar la oclusión. Las férulas de descarga 3D, fabricadas con escaneo digital, ofrecen una adaptación precisa y gran comodidad.
Ejercicios, técnicas manuales, electroterapia o punción seca pueden aliviar el dolor, mejorar la movilidad y corregir alteraciones musculares asociadas.
La ATM está estrechamente vinculada con la columna cervical. Un mal posicionamiento de cuello y espalda puede perpetuar el problema.
En muchos casos, el origen del bruxismo o de la tensión mandibular está en la ansiedad. Técnicas de relajación, mindfulness o terapia cognitiva pueden ser de gran ayuda.
Solo se considera en casos muy graves o cuando hay daño estructural severo que no responde a tratamientos conservadores.
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